miércoles, 1 de diciembre de 2010

La Jornada: Impugna Calderón amparo otorgado a matrimonio gay en contra del IMSS

La Jornada: Impugna Calderón amparo otorgado a matrimonio gay en contra del IMSS

En este país, la capital es el único territorio donde los hombres pueden desposar a otro hombre y las mujeres pueden desposar a una mujer. Esto está más que bien, y es una señal de que a pesar de las matazones cotidianas y la ineptitud de nuestro gobierno, todavía queda dignidad en los mexicanos.


Lo que Calderón ha hecho es una estupidez. Sólo exhibe lo retrógrado de su gobierno y de la ideología (si existe, si la tienen) que lo respalda. Es una vergüenza.

Hemos hecho una revolución para que la gente pueda besar a quien se le antoje

lunes, 15 de noviembre de 2010

Otro puente

En México, los puentes no son sólo los que cruzan los acantilados o pasan sobre las vías de un tren o sobre una muy transitada vialidad. Además tenemos los puentes, fines de semana que se alargan porque se juntan uno o más días de asueto. Este año ha sido pródigo en ellos, porque nos regalaron el 15 y 16 de septiembre por el Bicentenario de nuestra independencia nacional y el 1 y 2 de noviembre porque somos muy tradicionalistas y nos gusta comer calaveras y el Día de Muertos es Patrimonio de la Humanidad.

Hoy termina el puente de la Revolución, ya nadie se acuerda del millón de muertos y el gobierno federal hizo una proyección que se llama Yo México donde se habla de lo chulo que son nuestras tradiciones y nuestra naturaleza exhuberante... pero no se dice nada de la Revolución. Claro, para un gobierno de derecha como el de México, seguro no es fácil conmemorar el aniversario del movimiento social más importante que ha tenido el país. La historia posterior ya la sabemos: de la Revolución nació el PRI.

En fin. Aquí en Huehue, porque esta vez no pude salir ni a Tepotzotlán, la vida es ABURRIDA. Estoy en un café internet escribiendo una entrada de blog. Y estoy aquí porque en este pueblo polvoso es difícil tenetr internet o teléfono si uno no vive en la cabecera municipal. Ja.

Ya me voy.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Peña Nieto en Huehue

¿A qué le tiene miedo Peña Nieto?

Ayer se develó la placa del Centro de Salud Bicentenario (bicentenario es toda obra con propósitos electorales propeñanietistas en el estado de México) en El Salitrillo. Peña Nieto posó su engominada presencia sobre el polvoriento barrio de El Salitrillo que a partir de este año ya puede presumir que cuenta con un centro de salud. Espero que esté mejor equipado que el Hospital General Bicentenario de Huehuetoca, donde generalmente nadie puede recibir atención porque a) no hay material ni medicamento ni equipo, y si los hay, b) no hay médico.

Vino a posar su engominada presencia el señorgobernador sobre el polvoriento barrio de El Salitrillo. Para variar, los peseros traían bonitas leyendas Bienvenido Sr. Governador que realzan la naturaleza corporativa del transporte de pasajeros en territorio mexiquense. A Peña Nieto no le va mal salir a la calle, de hecho es una figura bienamada por señoras a granel que matarían por ser la Gaviota (Angélica Rivera). Entonces, ¿a qué le tiene miedo Peña Nieto?

Todo el centro de Huehue estaba inundado de agentes de la ASE. En la esquina de la calle que está antes de llegar a mi trabajo había ocho francotiradores.¿Qué hacían ahí, a más de dos kilómetros de distancia del punto iluminado por la presencia de nuestroseñorgobernador? No creo que en la Aldea haya un arsenal de misiles teledirigidos como para que representaran una amenaza a la seguridad del Primer Priísta del Estado... ¡Ah! Me dicen que era nomás para mostrar músculo. Puf.

jueves, 11 de noviembre de 2010

El bicentenario en Huehuetoca

¿Qué le pasará por la cabeza a Hidalgo cada vez que mira el desmadre que es Huehue?
Imagen de Wikimedia Commons

Hay que tener pelotas para animarse a hacer lo que hicieron en Huehue para conmemorar el bicentenario. No sólo es el esperpento que fueron a aventar en medio del Bulevar Jorobas-Huehuetoca, esa cosa con la que se identifican las ciudades del bicentenario sobre las que alguna vez tendré que hablar aquí. No, eso es lo de menos. Un buen día de junio los que vivimos por acá nos encontramos que la plaza central del municipio estaba rodeada de hules negros, Qué irán a hacer, se preguntaba todo el mundo, es decir, toda la pujante urbe huehuetoquense que había visto cómo el año anterior levantaron todo el pavimento de la principal avenida del pueblo para... poner otra vez pavimento. Un año y medio para pavimentar una calle de no más de un kilómetro de largo.

Es que Huehuetoca es surrealista, más que el resto de México (aunque Teoloyucan no le va a la zaga), quizá André Bretón la conoció y por eso dijo lo que dijo sobre el país. Mi punto es que, de la misma manera que convirtieron la Av. Juárez en una zona de desastre al término de la administración municipal anterior, así ahora el compañero Juan Manuel López Adán tuvo a bien levantar el cemento de la plaza central de Huehuetoca para... poner cemento. Sinceramente me hizo mucha ilusión cuando vi que comenzaron a quitar el concreto del piso de la plaza, porque pensé que sería sustituido con una mona arboleda digna de cualquier cabecera municipal de cualquier municipio de medio pelo de este país.

En mi tierra así son los pueblos, tienen su plazota con tamarindos y una iglesiota que nadie visita porque ya nadie vive ahí; acá en el estado de México no hay tamarindos, pero por lo menos en Teoloyucan hay unos pinos enormes (había, porque fueron sustituidos por los pandas del bicentenario, esa es otra historia). Entonces, si uno ve unas máquinas levantando el concreto puede ver también que debajo había tierra para plantar aunque fuera unos arrayanes. Por eso me ilusioné, pues antes de ese acontecimiento la plaza de Huehue era una costra de cemento que servía para tres cosas: tostar pepitas, hacer colas para sacar la credencialdelector y aburrirse.

El encanto se fue como vino. A los dos días vi que estaban poniendo cemento otra vez. Luego, sobre los hules negros pegaron una lona con la imagen digital de la proyección de la plaza remodelada y me llevé el chasco de mi vida. La imagen describía una plaza de cemento, con el mismo quiosco. La diferencia eran dos arcadas hechizas, el logo de la administración municipal actual en la plancha de cemento y una concha acústica. Entonces me imaginé al compañero Juan Manuel López Adán encaramado en la consabida concha dando sus discursos al más puro estilo priísta; la concha como escenario apoteótico del político pueblerino que aspira a no sé qué, delante de las Fuerzas Vivas de la Nación (bueno, modestamente, de las Fuerzas Vivas de Huehue), siendo abrazado por nuestroseñorgobernadorlicenciado Enrique Peña Nieto en su próxima visita.

Jaja. Las obras debían estar listas para el bicentenario de la independencia nacional, pero era catorce de septiembre y seguían poniendo por ahí cositas, arreglando el colorado del piso y trepando una estatua de Hidalgo de dudosa calidad sobre un ¿arco? que contenía la leyenda conmemorativa de esta obra que sirvió para dos cosas: exhibir la estupidez de nuestro gobierno municipal y maltratar los nombres de Hidalgo y José Luis Cuevas. Quince de septiembre por la mañana: las trabajadores estaban poniendo las macetas en su lugar. Quince de septiembre por la noche: los trabajadores estaban fijando las bancas del bicentenario sobre el cemento de la plaza.

A'i se va.

Viaje anodino a Huehuetoca

Vine porque me dijeron que me iban a dar un bien trabajo, aunque en estos tiempos eso es relativo en este país, donde tener trabajo ya es una buena noticia. Digamos que el salario no era malo y la chambita me iba a permitir seguir cultivando mi preciosa obsesión con que todos los derechos son para todos bla bla bla, lo que en otras palabras podríamos encontrar como indicador de una codependencia profunda, una necesidad de sentir que uno salva almas cuando en realidad no se salva ni a sí mismo.

En fin. Otras eran nuestras latitudes por aquellos días fríos de enero, otras eran las temperaturas y un buen día llamaron al teléfono y dijeron, Sí, vente a trabajar con nosotros y al día siguiente me embarqué al desconocido y traicionero territorio de Huehuetoca. En mí vida había ido a tal lugar, se me figuraba que quizá no estaba tan lejos, y lo busqué en la guía roji en vano porque los planos de la ciudad de México todavía no llegan hasta allá. Decía, pues, que al día siguiente me embarqué para Huehuetoca, lo que significa que primero tuve que viajar media hora en trolebús y hora y media adicional en metro hasta Cuatro Caminos, mejor conocido como El Toreo, y allí tomé el autobús que me condujo a mi destino.